Anoche parecía ser una noche como tantas otras, yo en el balcón fumando un cigarro para con el humo formar tu silueta, contemplando la luna, las estrellas y la noche que gracias a ti aprendí a mirar y admirar suspirando. Estaba solo con el frio de la soledad en pleno verano, mitigando mi sed de ti con una copa de vino que no sabe a tus labios, tratando de olvidar mi hambre de tu cuerpo y tu mirada mirando a la nada donde habitas… y así de la nada apareciste por mi espalda sin que te hubiese escuchado entrar a mi pieza, me tomaste por la espalda y una sensación recorrió mi cuerpo, la sensación de saber que no sería una noche como tantas otras, de saber que esta noche por fin mis sueños serían realidad, de saber que esta noche por fin estarías conmigo. No dije nada, solo suspire y tome tu mano que sobre mi abdomen yacía, tu mano tibia y sentí tu respiración a mi costado, alce mi mano y te abrase así a un lado mío. En silencio te voltee a verte para saberte real, y ahí estabas, sin ser más un producto de mi soledad angustiada.
En ese silencio te hable con la mirada y te dije gracias por venir esta noche, solo atine a derribarme sobre el piso recargado en la pared y te sentaste junto a mí, ambos abrazados dándonos el calor que nos hacía falta, miramos la luna, hablamos de todo y nada, cantamos por fin juntos al buen sabina, reímos y lloramos de felicidad y emoción de habernos encontrado, cantamos otro par, tomamos otro tanto, y por fin después de tanto probé tus labios, bese tu boca, tu frente y acaricie tus cabellos, tome tu cara con mi mano para no permitirte alejarte de mis labios, recorrí tu rostro con mis ojos, con mis labios con mis manos… acaricie tu cuerpo en ese balcón abrigados por las estrellas, y las rosas del jardín siendo testigos de nuestro encuentro, bese tu silueta sin dejar espacio que probar de ti, aprendí y memorice el camino de tus pies a tu cabello, ayer noche por fin fuiste mía, sin lujuria, sin morbo, sin falsas promesas, fuiste mía porque decidiste serlo, porque nuestros cuerpos exigían un encuentro, porque necesitaba saber tu sabor, oler tu aroma, besar tus labios, recorrer tu cuerpo, mirar tus ojos, observar tu mirada, fuimos uno solo envueltos en ternura y comprensión en cariño puro, en ese sentimiento que no deja lugar a nada. Te ame y me amaste, te bese y me besaste, te abrace y me abrazaste, me llene de ti, de tu presencia, de tu ternura, te brinde en esta noche la protección que te he pregonado, el calor que te tenía guardado, los besos que nadie te ha robado, las caricias que son solo tuyas.
Y pasaron los segundos, los minutos y las horas, paso el tiempo sin sentirlo transcurrir entre tus brazos, paso lentamente como el no sabe hacerlo y es que yo pensé inmortalizar ese momento disfrutando cada estela de la noche, grite a la luna que ya no era la única que tenia estrellas que la acompañaran que habías venido a mi lado y estabas a mi costado, que sol y luna serian uno esta noche, que sería el eclipse de un encuentro, y que las estrellas debían marcharse para no morir de envidia.
Y así recostada en mi pecho y con mis brazos cubriéndote desnuda, dormimos, para al amanecer el sol diera a mi rostro de lleno, para lastimar mi mirada, y nuevamente sentí tu ausencia entre mis brazos, para solo tener una botella de tequila… vacía entre las manos, abrí los ojos para despertar a la cruda realidad de tenerte lejos, a la realidad de darme cuenta que todo fue un bello sueño.