Cuando hablamos de sexo entre
personas gays (gais) suceden varias cosas: en algunos se despierta un lado
lleno de prejuicios e imágenes distorsionadas, esa homofobia interna y
discriminación arraigada; en algunos
otros se vienen los recuerdos de la intolerancia vivida durante mucho tiempo,
la falsa creencia de que ser gay significa, tarde o temprano, ser portador de
VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), el bullying y rechazo social, escolar
y hasta familiar; en otros más se escurre una ligera gota de sudor incomodo por
el miedo de que alguien sepa que les gusta otra persona de su mismo sexo. Si
modificamos el termino para ser más incluyentes y decimos “Hombres que tienen
sexo con otros hombres (HSH)” parece suceder el fenómeno contrario, la no
aceptación de ello, el resistirnos a pensar que alguien puede tener sexo con otro hombre sin ser gay. Como dicen por ahí “El sexo nos gusta, pero el termino nos
asusta”.
Si mencionamos Homofobia,
Discriminación, Closet y VIH obtenemos una mezcla que va en proporción directa
a la afectación de la salud de los hombres que tienen (tenemos) sexo con otros
hombres; ¿Te espanta el termino? Es una realidad, si eres hombre y tienes sexo
con otros hombres, sea este ocasional o regular, por amor, amistad o por
simples ganas, perteneces a la población clave, al segmento de la población más
afectada por la epidemia de VIH, y no estoy diciendo que una cosa sea
consecuencia de la otra, estoy hablando de una realidad. En México al menos, el
VIH tiene una mayor incidencia entre la población masculina (Heterosexual o no).
En América latina, el VIH afecta
desproporcionadamente a gays, bisexuales, trans, travestis, y a aquellos
hombres que tienen sexo con hombres (HSH) que se consideran a sí mismos bajo
diversas identidades, incluyendo la heterosexual. El impacto desproporcionado
de la epidemia se debe en gran medida a la discriminación por orientación
sexual e identidad de género que, a su vez, impide la implementación de
políticas de prevención, atención y apoyo que sean universales y eficaces
(Cáceres et al. 2002). (1)
Por supuesto que la
responsabilidad de reducir estas cifras esta en nosotros mismos, en el
autocuidado, en nuestro interés en el tema, en nuestro conocimiento y en
nuestro actuar pero no podemos dejar de lado que la homofobia y la
discriminación juegan un papel importante en el número de casos que se
presentan, ¿Por qué? Vivimos en un país y en una sociedad que insiste en
limitar los derechos de las personas de la población LGBTIQ, esto por supuesto
tiene efectos negativos en la salud (que de acuerdo a la definición más corta
dice “es el bienestar físico, mental y social), limita nuestro libre acceso a
la salud, limita nuestra confianza a acercarnos a un profesional a preguntar
sin el miedo de que nos estigmatice o nuestra misma familia y amigos nos
juzguen.
La sociedad lleva un papel
determinante en todo esto, en el momento en que la homosexualidad sea vista
como algo carente de importancia para el desarrollo humano, social y
profesional de una persona, estaremos avanzando. Todo lo anterior viene a
colación porque recientemente ofertamos (junto con una Institución de Salud) un
taller con información sobre VIH-sida a hombres gais, bisexuales o (como
escribí en la invitación) “hombres que tienen sexo con otros hombres”, no sé a
ciencia cierta qué fue lo que pasó pero debo decir que el registro fue muy por
debajo de lo esperado, suficiente para hacerles llegar la información pero
insuficiente para el desarrollo del taller tal como se tenía planeado. Primero
me vino un bajón por pensar en que la comunidad gay no tiene interés en el
tema, enseguida me vino la fase análisis de ¿Qué fue lo que pasó?, incluso las personas abiertamente gays no compartieron la publicación, ya no digamos registrarse, algo tan simple como compartirla, ¿Que hay detrás de esa negativa? ¿Qué limitó
a las personas a anotarse? ¿Falta de interés? Si, eso puede ser y no lo
descarto, pero sé que también existe un miedo al “¿Qué van a pensar?, ¿Y si se
dan cuenta que soy gay?, ¿Qué van a pensar si saben que tengo sexo con otros
hombres?, ¿Van a pensar soy promiscuo?, ¿Van a pensar o se van a enterar que
soy portador?“ primero debo aclarar que en los talleres, charlas o conferencias
a las que yo he asistido acerca de este tema, jamás se me ha cuestionado ni mi
orientación sexual, ni mis hábitos sexuales y mucho menos mi estado serológico,
con ello quiero decir que aquí tampoco lo íbamos a hacer, es un taller
informativo, donde vamos a aprender y a enterarnos de la realidad del lugar
donde vivimos, a reafirmar que el VIH si existe, aprender la importancia del
autocuidado y a reducir riesgos, a saber la importancia de la realización de la
prueba, a darnos cuenta que ante un resultado reactivo o positivo nuestra vida
no termina, que podemos llevar una vida sexual plena y que nuestras metas y
objetivos personales y profesionales van a seguir ahí para alcanzarles.
“La homofobia representa una amenaza para la
salud pública en América Latina”, afirmaba la Organización Panamericana de la
Salud en un informe. “Esta forma de estigma y discriminación basada en la
orientación sexual no sólo afecta la salud física y mental de la comunidad
homosexual, sino que contribuye a la propagación de la epidemia de VIH”. (2)
Vivimos en una sociedad en la que
la sexualidad es un tabú, en la que hablar de ella es mal visto, aprendamos que
nuestra sexualidad es nuestra solamente, que una orientación sexual no nos hace
ni mejores ni peores personas, que tú como yo, sin importar si somos
heterosexuales u homosexuales hemos tenido prácticas de riesgo y que tal vez
vamos a decidir seguirlas teniendo, pero ahora lo haremos consientes e
informados, dejemos de ver el desarrollo de la sexualidad como algo de lo que
se tiene que hablar en voz baja. La secrecía que nos imponen acerca de nuestros
comportamientos sexuales impide que la población clave tenga acceso a estas y
otras charlas, a servicios de salud en los que se oferten condones, lubricantes
y formas de reducir riesgos de adquirir una ITS. La discriminación es tan
grande que aún no nos sentimos cómodos expresando el cariño a otra persona que
amamos, ¿cómo pretendemos que alguien se sienta cómodo hablando libremente
sobre su sexualidad o pidiendo consejos sobre como cuidarse? Ni pensar que
alguien pueda decir: “Soy hombre heterosexual pero he mantenido relaciones con
otros hombres”, el problema no es nuestra orientación sexual, el problema es el
estigma social que eso conlleva, el problema es que nuestra educación sexual va
dirigida sólo al modelo heterosexual, que los consejos sexuales de nuestros
padres van orientados a la suposición de que somos heterosexuales o que
nuestras relaciones son siempre con alguien del sexo opuesto, el problema real
radica ahí, en vivir en el closet como consecuencia de la homofobia y en la discriminación a la
que nos enfrentamos.
Es momento de que todos y todas
encaremos esta realidad, no se trata de ocultarnos, se trata de aceptarnos, de
que tu como sociedad nos aceptes y nos incluyas, de que tu como prestador de
servicios de salud o educador dejes de lado tus prejuicios y hables de las
diferentes orientaciones y prácticas sexuales, es momento de que tú como padre
o madre de familia estés abierto a la posibilidad de que tu hijo o hija tenga
una orientación sexual distinta a la que piensas y es momento de que tú como
persona homosexual, bisexual o heterosexual te quieras informar, que te ames y
quieras proteger a quien amas.
Por lo pronto, nos vemos en algún
taller o charla, cuando tú lo decidas habremos muchas personas dispuestas a
apoyarte.